lunes, 6 de abril de 2009

Medio Maratón de Madrid 2009


Bien sabe Dios que no me apunté a posta, porque no estaba yo motivado para correrla y dejé pasar el plazo de inscripción con alevosía. En eso apareció Oscar por el gimnasio y me regaló su dorsal porque estaba apuntado pero prefirió irse de vacaciones y como no sé decir que no a nada, pues allá fui.



Me planté en el parque del Retiro a las 8:30 de la mañana, lo que supuso levantarse a las 7:30 el domingo. Allí nos encontramos con Pedro y mis compañeros del trabajo: Luis y Lorenzo. Recogemos el nuevo chip, tamaño mega chip, que se introduce en una bolsa que han pegado en la parte trasera del dorsal y que a día de hoy no le veo la gracia al giganchip: no había alfombra en la salida y los tiempos que han aparecido hasta ahora en las clasificaciones no son reales, son desde el disparo y no reales, no le veo yo el avance a esta tecnología.

Bueno, no da tiempo a calentar, nos metemos en la franja de 1h40' y esperamos al disparo, alrededor un montón de militares, algunos con la lanza de su regimiento y la portaron los 21 kilómetros que les vi llegar con el palitroque. Unas decenas de camisetas de la Brigada paracaidista: armarios roperos.

Este año estrenamos recorrido, primera vez que no salios desde el estadio de Vallehermoso, lo han derribado. Un recorrido durillo: subida hasta Plaza de Castilla en la que encontramos el kilómetro 9, bajada por Serrano con subidas y bajadas conocidas de otras medias de Madrid y de los 10 kilómetros del CSIC. Bajamos por Menéndez Pelayo hacia la plaza de Mariano de Cavia y hasta Atocha, recorrido inverso al Mapoma, todo de bajada pero ay, que no todo es bajada hermano, que entramos en Atocha y giramos hacia Alfonso XII para SUBIR al Retiro. Ahí mi cuerpo me pidió tregua, ya me había pasado varias veces la idea de abandonar y al ver esa cuesta delante de mí, me aparté a la acera, eché un pis, solté las piernas y volví a la carrera con un poco más de ánimo. Me incorporé justo al lado de una corredora tricantina con la que coincidimos a veces entrenando por el parque y nos intercambiamos ánimo hasta cruzar la meta, en una hora y 42 minutos. Un tiempo mucho mejor del previsto y muy digno para el entrenamiento tan "chill-out" que hago últimamente.

En la meta está José, el corsario, que estuvo haciéndonos fotos en Cuatro Caminos y después en meta. No la ha podido correr por una puñetera fascitis plantar que le tiene jodido ya varias semanas.

Camino del coche no encontramos a otro corredor tricantino del Club Oasis, que hace tiempos de superman. Y nos costó, pero finalmente encontramos un bar abierto para zamparnos un montadito de grasas saturadas con un jugo de cebada (lo mejor del día), como puede observarse:



Un recorrido difícil, he sufrido como un "perrete" y mi cuerpo me pide dedicarme a distancias más cómodas, los diezmiles que son más gratificantes.